miércoles, 10 de mayo de 2017

Todos presumen del bien; pero casi ninguno lo defiende, pues jamás se defiende siguiendo a sinrazones como hacen una y otra vez los mismos intelectuales (los cuales siempre tienen más obligación ética de no excusar la sinrazón en ningún momento ni darle favores). 
En claro, La SINRAZÓN no es la desinformación, sino también un exceso de información o una información que no es aclaratoria o probatoria de una razón. Una mayoría de intelectuales actúan con tal error y llega éste a ser terco o perverso cuando ellos siguen y siguen volitivamente hacia la oscuridad que conlleva, sin una mínima preocupación (un previo ocuparse ético) ni responsabilidad en abrirse a quien siempre les está aclarando cosas (reventando de sufrir o de un ayudar puro o inengañable), ni responsabilidad en ayudarle a él un poco (en obligación ética inesquivable) o, en el fondo humanístico, en dejarle vivir un segundo al menos. 
Porque la sinrazón, en definición no tramposa, es una no preocupación en la razón y, como siempre la razón no se va a aclarar-demostrar sola,  ES UNA ANTIÉTICA DESPREOCUPACIÓN EN QUIEN TE DEMUESTRA RAZÓN (siendo tal preocupación debida indiscriminadamente; si no, eso sería elegir tú tus amigos para ello; o sea, un clientelismo-alineación no ético).

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